Una grata visita al colegio…desde la Edad Media


Mattie estuvo de visita en el colegio Alemán. Se reunió con el director, Sr. Gunter Zloch

y el cónsul de Alemania en Santa Cruz, Jens Ruben Heymert


Hace unos días, todos quedaron sorprendidos en el colegio cuando Mattie apareció recorriendo los pasillos con un atuendo que nadie había visto antes: completamente vestido de negro, con sombrero de copa, botas altas y pantalones acampanados. Parecía salido de otra época, como un vaquero del oeste, un mago o el integrante de una banda musical.

En realidad, Mattie es carpintero, pero no uno cualquiera. Su aspecto no responde a una excentricidad ni a una moda personal, sino que forma parte de una antigua tradición alemana poco conocida fuera de Europa. Pertenece a los Wandergesellen, una hermandad de artesanos viajeros que, desde hace siglos, recorren el mundo para perfeccionar su oficio, conocer otras culturas y vivir con lo mínimo.

Durante al menos tres años y un día, estos artesanos no pueden regresar a su pueblo natal ni llevar más pertenencias que las que caben en sus mochilas de cuero. Su vestimenta —negra, con botones de nácar, bastón de madera y sombrero de ala ancha— no es un disfraz, sino un uniforme cargado de simbolismo: representa una vida en tránsito, aprendizaje constante y humildad.

Una vieja tradición



La tradición de los Wandergesellen —que significa literalmente “compañeros errantes”— se remonta a la Edad Media, cuando los gremios de artesanos europeos establecieron un riguroso sistema de formación para garantizar la calidad del oficio y la transmisión del conocimiento. Tras completar su aprendizaje, los jóvenes artesanos debían abandonar su hogar y viajar por distintos pueblos, ofrecer sus habilidades y aprender nuevas técnicas. El término alemán Wandergeselle combina el verbo wandern (caminar, vagar) con Geselle (compañero).

Como parte del ritual de iniciación, el futuro artesano despide su vida anterior con una emotiva ceremonia. La noche antes de partir, celebra una fiesta con familiares y amigos. Durante ella, se le perfora una oreja para colocarle un pendiente que simboliza su compromiso con las normas del viaje. Este arete no es solo decorativo: si el artesano incumple las reglas, se le arranca como castigo, dejando una marca visible en el lóbulo, conocida como “oreja dividida”, un estigma que en la tradición alemana se asocia con los ladrones.

Viajar y aprender


Al amanecer, el neófito entierra un objeto significativo cerca de los límites de su pueblo natal, como acto simbólico de desprendimiento. Luego, debe subirse al cartel vial que marca la salida de su ciudad y lanzarse desde allí a los brazos de sus compañeros itinerantes, quienes lo acompañan en ese momento de partida antes de que cada uno retome su camino.

Este viaje iniciático, conocido como Wanderjahre o “años de peregrinaje”, no es solo una práctica profesional, sino también un proceso de madurez personal y espiritual. Vestidos de negro como símbolo de humildad y neutralidad, los Wandergesellen portan un bastón retorcido llamado Stenz y un libro de referencia donde sus empleadores registran sus experiencias y certifican la calidad de su trabajo. No pueden utilizar transporte moderno ni aceptar dinero por adelantado: su sustento depende de la hospitalidad de otros y del valor de su oficio.

No es la primera vez que un carpintero errante visita Bolivia. En agosto de 2022, Felix Henning, de 23 años, estuvo en La Paz y llamó la atención tras viralizarse algunas fotos suyas en redes sociales. La empresaria Nadia Callaú compartió los trabajos que Henning realizó en su carpintería, generando gran curiosidad.

Estos artesanos nómadas son herederos de una tradición europea centenaria aún vigente en Alemania. Tras completar su formación, emprenden un viaje sin rumbo fijo, presentándose sin aviso en distintos lugares donde ofrecen sus conocimientos y servicios a cambio de comida y alojamiento. Esta práctica, que fusiona formación técnica con crecimiento personal, tiene raíces medievales, cuando obreros cualificados recorrían grandes distancias para participar en la construcción de catedrales. Hoy en día, encarnan un arquetipo romántico que ha inspirado a escritores y cineastas por su espíritu libre y nómada.

Cada etapa de su recorrido queda registrada en un libro de peregrinaje, un documento oficial que llevan consigo. En él, instituciones como empresas, municipios, consulados, alojamientos y parroquias certifican su paso con sellos. Este peregrinaje didáctico funciona como un máster en la vida: enseña autoconfianza, autosuficiencia y el valor de aprender haciendo.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Los 8 enfoques de entrenamiento en el gimnasio y la finalidad de cada uno

¿La crisis es solo para los adultos? ¿Qué podemos hacer los estudiantes en tiempos difíciles?