Debatir para pensar mejor: el poder de las ideas en movimiento
En tiempos de elecciones, los políticos confunden el debate con la pelea. Pero en el colegio aprendemos que debatir no es atacar, sino pensar, escuchar y construir juntos una verdad más completa.
Equipo de periodismo escolar - Colegio Alemán Santa Cruz
Cuando se acercan las elecciones, Bolivia entera parece hablar de debates. Los canales de televisión los anuncian como si fueran finales de fútbol, las redes se llenan de comentarios y todos quieren saber “quién ganó”. Pero si uno observa con calma, se da cuenta de algo triste: muchos políticos no entienden qué significa debatir. Creen que el debate es una pelea, una batalla de insultos, una competencia para ver quién grita más fuerte. Y ahí está el error.
Debatir no es pelear. Debatir es pensar con otros. Es escuchar, analizar, responder con respeto y construir una idea mejor. En el colegio lo aprendemos de otra forma. Nosotros tenemos un sistema llamado “Jugend debattiert” (“Juventud debate”), donde los profesores nos enseñan a debatir de verdad. Se organizan torneos, se eligen temas actuales, y los estudiantes debemos argumentar, escuchar y contraargumentar. Parece simple, pero es una de las mejores formas de aprender.
Porque cuando debatimos, algo increíble ocurre: nuestras ideas cambian. No siempre ganamos, pero siempre crecemos. Como decía Sócrates, el gran filósofo griego, “una vida sin examen no merece ser vivida”. Él debatía consigo mismo, se hacía preguntas, se contradecía, buscaba la verdad. Ese es el verdadero espíritu del debate.
Desde la pedagogía, está demostrado que el aprendizaje en grupo y el intercambio de ideas estimulan el pensamiento crítico y creativo. Cuando dos personas discuten con respeto, el resultado suele ser mejor que la suma de ambas ideas. Lo que surge del diálogo es algo nuevo, algo que no habría existido si cada uno se hubiera quedado encerrado en su opinión.
En el aula, debatir no solo mejora nuestra expresión oral o nuestra capacidad para argumentar: también nos enseña a convivir, a tolerar, a ponernos en el lugar del otro. Y eso, en un país donde muchas veces se grita más de lo que se escucha, es un aprendizaje necesario.
Beneficios de debatir para un estudiante:
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Mejora la capacidad de expresión oral y pensamiento crítico.
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Fortalece la escucha activa y el respeto por las ideas ajenas.
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Desarrolla la autoestima y la seguridad para hablar en público.
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Fomenta la investigación y el análisis de información.
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Enseña a resolver conflictos con argumentos, no con gritos.
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Permite aprender a pensar en equipo y construir ideas colectivas.
Por eso, mientras vemos a los candidatos pelear en televisión, deberíamos preguntarnos: ¿por qué los adultos olvidaron lo que nosotros aprendemos en el aula? El debate no es un arma para atacar, sino una herramienta para pensar mejor.
Si en el colegio practicamos el verdadero debate, estaremos formando ciudadanos capaces de dialogar, razonar y transformar el país con ideas, no con insultos. Porque debatir —de verdad— no divide: nos enseña a pensar juntos.
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